El día que los Beatles plantaron a la esposa del dictador y huyeron de Filipinas
Aquella fue una casual y enloquecida aventura en Manila al estilo de su película A Hard Day’s Night, sin embargo, en esa ocasión Los Beatles fueron perseguidos por una multitud ofendida por el rechazo del grupo a asistir a una recepción organizada por Imelda Marcos, la primera dama de Filipinas.
Los rotativos manileños recuerdan hasta la actualidad que nunca los Beatles, entonces en la cúspide de su fama, sufrieron una humillación semejante a la de aquel cinco de julio de 1966, cuando lograron alcanzar el aeropuerto y abandonar el país entre golpes e insultos…
¿Qué pasó? Un día antes, la banda británica había declinado acudir al Palacio de Malacañang a saludar a Imelda, la esposa del fallecido dictador Ferdinand Marcos, en un acto al que también estaban convocados los tres hijos del matrimonio y destacados funcionarios del régimen.
La excusa aducida fue que la hora fijada por Imelda coincidía con el primer concierto de los dos que ese día ofrecieron los Beatles en el Rizal Memorial Stadium de Manila ante unos 80.000 filipinos -otro récord para la banda- que disfrutaron del espectáculo ajenos a las exigencias de la esposa de Marcos. Aparentemente, Imelda y sus hijos esperaban a Los Beatles en algún momento después del evento… pero ellos no lo sabían.
Fue así que al día siguiente, John. Paul, George y Ringo fueron despertados abruptamente porque la ciudad entera estaba atenta al continuo desplante… la puerta de la habitación era constante, las llamadas al hotel y todos en la televisión se preguntaban por qué Los Beatles no habían ido al palacio. Los Beatles miraban la televisión sorprendidos y eventualmente respondieron a los molestos encargados del hotel «¿De qué hablan? No vamos a ir a ningún palacio». La familia Marcos les había preparado una recepción pero los Beatles nunca fueron informados de esta invitación, por lo que a esa hora de la media mañana rechazaron la invitación.
Imelda, acostumbrada durante los 21 años del gobierno autócrata de su marido a acaparar a ilustres visitantes como Claudia Cardinale, Brooke Shields o Juan Pablo II, estaba muy enfadada por el desaire de los chicos de Liverpool. Así lo constató el diario The Manila Times que cuya portada del día era: «Imelda plantada».
Alertado por los inconvenientes, Brian Epstein, ofreció una rueda de prensa televisada para intentar aclarar el malentendido… pero sus esfuerzos no sirvieron para nada debido a que la transmisión sufrió sospechosas interrupciones técnicas y a que el aparato mediático de los Marcos ya se había puesto en marcha.
El promotor de los conciertos, Ramón Ramos, declaró que la afrenta le autorizaba a no pagar a los Beatles la cifra estipulada por su actuación en Manila, mientras que se recibieron falsas amenazas de bomba en la Embajada Británica y en el Manila Hotel, donde se alojaban.
Ringo Starr recordaría después que el trato de los empleados del hotel se volvió más frío, aunque lo peor les esperaba en el aeropuerto, donde iban a subir a un avión con destino a la India. En la terminal, Misael Vera, el responsable de la Oficina de Rentas Internas, dijo que los Beatles no abandonarían el país hasta que no pagarán los impuestos que supuestamente no habían cotizado desde su llegada.
Epstein, que comenzaba a conocer el sistema de corrupción de los Marcos, pagó de su bolsillo unos 18.000 dólares que no consiguieron suavizar el «vía crucis» organizado contra sus chicos. En el trayecto hacía el avión, que fueron obligados a hacer a pie, les aguardaban unas 300 personas que les zarandearon y escupieron y a su séquito mientras gritaban «Lárguense a su casa, Beatles«.
El peor parado fue Ringo, que recibió un puñetazo en la cara y fue pateado tras caer al suelo. Mejor suerte tuvieron Paul McCartney y John Lennon, que se protegieron detrás de un grupo de monjas que subían al mismo avión, el cual despegó definitivamente tras un tira y afloja de 40 minutos con los responsables de la torre de control.
El disparatado desenlace de la primera y única visita de los Beatles a Filipinas superaba con creces la inocente anarquía juvenil que destilaba el filme que dos años antes habían rodado bajo la dirección de Richard Lester. Pero la pincelada final la pondría «Bong Bong», el único hijo varón de los Marcos, cuando declaró como venganza: «Me gustan más los Rolling Stones«.