Un juez encuentra a George Harrison culpable de «plagio subconsciente» de la línea de melodía del éxito de 1963 Chiffons, He’s So Fine, al escribir My Sweet Lord. El juez, amparado en el testimonio de «expertos musicales» dice que el coro de My Sweet Lord de Harrison era idéntico a He’s So Fine. Esto finalmente le costó a George más de medio millón de dólares. Las apelaciones sobre el caso continuaron durante aproximadamente cinco años.
Lo sucedido inspiró a George Harrison a componer un nuevo tema para su siguiente álbum, en el que se burla de muchos de los términos y elementos del juicio. Incluso grabará un divertido videoclip ambientado en un tribunal: