Paul y Nancy se encuentran en New Orleans disfrutando del Mardi Grass. A Paul se le ocurre jugarle una broma a los usuarios del tranvía, haciéndose pasar por un músico callejero, recorriendo los vagones con una guitarra y cantando clásicos de Los Beatles.
«Todo el mundo lo ignoró durante un buen rato, sin darnos cuenta que Paul McCartney nos estaba dedicando un concierto en exclusiva. Obviamente llegó un momento en el que nos quedamos petrificados al descubrir su identidad. Nos pusimos a cantar y a tornarnos fotos con él«, contó Robert Senft, uno de los afortunados pasajeros, tras descubrirlo.