Accidentada presentación en el Olympia Thatre de Paris

Actuación en el Olympia Theatre en Paris. Las entradas para la actuación de la tarde fueron vendidas en su totalidad y los fans que asistí­an a la actuación nocturna iban vestidos en traje de gala, sobre todo las mujeres parisinas de mayor edad, quienes querí­an ver que ruido era todo aquello.

El viejo Music Hall no estaba equipado con una amplificación moderna, y los feedback salí­an al aire a cada rato porque el teatro no podí­a soportar el poder de sus amplificadores. Mal Evans se arrastró por el escenario para hacer algunas reparaciones de emergencia. No hubo gritos ni desmayos, pero el público aplaudió todo el tiempo y disfrutó de la música. La audiencia se comportó muy bien, pero tras bastidores una escena estaba a punto de estallar. Los camarógrafos estaban por todas partes y una discusión comenzó cuando un fotógrafo no se le permitió tomar fotos exclusivas. Comenzó una pelea que casi sale a la tarima. George tuvo que moverse rápidamente para evitar que su guitarra sufriera algún daño y Paul paró de cantar para llamar al orden. Los gendarmes llegaron para aumentar aún más el caos. A nadie más se le permitió estar tras bastidores por el resto de las presentaciones.

El Olympia se parece en muchos aspectos al Carnegie Hall. La polí­tica de Brian comenzó por encargarse de que Los Beatles se presentaran en los locales más prestigiosos. El Olympia era el mejor Music Hall de Francia, en donde la primera noche garantizaba una audiencia elegantemente vestida con minks y diamantes. Era un teatro hermoso y clásico con un suntuoso mobiliario. Sin embargo los camerinos eran pequeños y el Olympia no estaba preparado para la Beatlemaní­a: gente con entradas en la mano no pudieron entrar, habí­an asientos vací­os, era todo un desastre. El teatro estaba rodeado de policí­as y acordonado de jóvenes que gritaban «Beat-les, Beat-les, Beat-les!».

Cuando el grupo abandonó la tarima, algunos puñetazos se siguieron dando por ahí­. Como se esperaba, el chauvinismo francés se dio cita en los periódicos al dí­a siguiernte, aunque el «French Soir» sugirió a los jóvenes artistas pop locales que dejaran los celos porque nunca antes el público frances habí­a aplaudido tan eufóricamente las canciones pop.

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