Donovan celebra sus 40 años de artista con disco y gira

DonovanFuente: Clarí­n.

Donovan: «El público te quiere hasta morir»
RESURRECCION. DONOVAN FUE TENTADO A VOLVER AL RUEDO POR LOS HAPPY MONDAYS. AL TIEMPO, ERA NUMERO PUESTO EN EL CIRCUITO DE MANCHESTER.

Amigo de Bob Dylan, Joan Baez y Los Beatles, el cantautor escocés festeja sus 40 años de carrera con disco nuevo y una gira por el Reino Unido. No hay forma de que Donovan Leitch pase inadvertido cuando cruza trotando el lobby del hotel. Parece una peluca apoyada en un palo: tiene la misma cabellera de rulos alborotados (ahora más grises) desde hace 40 años.

Treinta años atrás, no habrí­a podido atravesar el lobby sin ser abordado por sus admiradores, pero la historia ha sido injustamente cruel. Frecuentaba a Bob Dylan y Joan Baez y acompañó a los Beatles en su famoso viaje a la India. Hizo una serie de discos variados e innovadores, como el simple de 1966 Sunshine Superman, universalmente reconocido como el primer tema psicodélico de Gran Bretaña. Sus elaborados arreglos y sus melodí­as juguetonas inspiraron a bandas como Belle and Sebastian y Badly Drawn Boy.

Pero los custodios del canon lo consideran indigno de ser tomado en serio. Hay que reconocer que ha compuesto alguna música espantosa —hasta en sus mejores álbumes, lo visionario camina de la mano con lo cursi—, pero no suficiente para eclipsar canciones como Season of the Witch y Barabajagal.

Pero este deberí­a ser un buen año para Donovan. Este mes saldrán una nueva recopilación y reediciones de cuatro de sus álbumes de los 60 y hará una gira por el Reino Unido. También publicará su autobiografí­a, The Hurdy-Gurdy Man. Todo para conmemorar el 40í¸ aniversario de su primer lanzamiento. «Â¿Estoy emocionado?», se pregunta. «Lo estoy, porque es como presentar un manifiesto», agrega.

Lo peor para la reputación de Donovan ocurrió temprano en su carrera. En la primera gira de Dylan por Gran Bretaña, un Donovan deslumbrado visitó a su í­dolo en el hotel. El famoso documental de DA Pennebaker, Don’t Look Back, muestra al joven escocés rasgueando su aciago homenaje, To Sing For You, ante un Dylan aparentemente burlón.

¿Alguna vez piensa que Dylan fue un cretino? Donovan frunce el ceño. «Durante años, la gente creyó que Dylan me estaba menospreciando. Puede que haya estado un poco tenso, pero esos neoyorquinos se daban con anfetaminas. Yo lo atribuyo a mucha agitación, mucha adulación y a que Bob estaba bajo mucha presión. El malentendido fue duro para mí­ porque tení­a 18 años.»

Fuera de cámara, dice, se llevaban bien. Dos dí­as después, Dylan le presentó a los Beatles, que lo recibieron mucho más amablemente. George Harrison fue el primero en llamar a Donovan cuando se convirtió en la primera estrella pop en ser detenida por posesión de marihuana.

Le pregunto si está orgulloso de ocupar ese lugar en la historia. «No, no, no era orgullo. Esa noche habí­a miles de tipos armando porros ¿Por qué me agarraron a mí­? Porque era un ejemplo para la juventud —eso fue lo que dijo la jueza—. Fui el primero, pero no el último. Las autoridades creyeron que podí­an detener esa revolución llamada los 60 apuntando a los principales cantautores. Los poetas siempre están en la lí­nea de fuego, por eso en cierto sentido estoy orgulloso de haber sido el primero.»

Normalmente, los cantantes pop que se autodenominan poetas deben ser disuadidos de manera terminante, pero así­ fue como educaron a Donovan. Su padre, oriundo de Glasgow, era ingeniero de la Jaguar y lector aficionado de monólogos. El fue quien le transmitió a su hijo la dicción actoral y el amor por la poesí­a. El álbum HMS Donovan de 1971 les poní­a música a poemas de Yeats y Edward Lear.

Quizá sea la capacidad de Leitch de memorizar discursos de 25 minutos la que explique la pasión de su hijo por las anécdotas largas y gráficas en la que se imita la voz de cada uno de los personajes (el lamento nasal de Dylan, la aparente inexpresividad de Harrison) y se recuerda cada detalle («una mañana ella llegó por el camino en un pequeño Volkswagen Carmen Ghia amarillo»). Donovan era vecino de Keith Moon, grababa con las tres cuartas partes de Led Zeppelí­n, ayudó a Paul McCartney a terminar de componer Submarino amarillo y coescribió con Allen Ginsberg las famosas placas del clip Subterranean Homesick Blues de Dylan.

Pero Donovan no tení­a el temperamento necesario para ser una estrella del rock. Acompañó a los Beatles a la India (donde le enseñó a John Lennon el estilo de punteo de la guitarra que usa en el Album blanco) para escapar de la «superfama». Llegado el momento, esta lo alcanzó. «Â¿Tuve un cortocircuito? Sí­. Hubo una noche negra del alma.»

Esta llegó dos meses después de empezar la gira mundial de 1969. «Me miré en el espejo de mi habitación del Tokio Milton y me dije: ‘Ya lo logré. ¿Para qué seguir?’ Ya no me emocionaba, la misión habí­a sido cumplida. Las letras con significado eran ya parte de la cultura popular, habí­a habido innovaciones, ¿pero a cambio de qué? Perder la vida privada, la bohemia habí­a desaparecido para siempre, todo era un pandemónium. Mirá lo que le pasó a John. En cierto sentido, el público te quiere hasta morir.»

Abandonó la gira y huyó a su cabaña de Hertfordshire. Cuatro años antes, habí­a tenido un fugaz romance con Linda Lawrence, ex novia del Rolling Stone Brian Jones. Se encontraron por casualidad y se casaron. «Linda está en todas las canciones», dice Donovan con cariño. «Sunshine Superman, Hampstead Incident, Young Girl Blues… Linda es la musa.»

Las siguientes dos décadas fueron años de destierro, mientras criaba dos hijas, Astrella y Oriole, y producí­a álbumes recibidos con indiferencia. Pero a fines de los 80, recibió un inesperado reconocimiento. Mientras tocaba en Birmingham, lo visitaron los nacientes Happy Mondays, y le pidieron que se sumara a ellos en la legendaria Hacienda de Manchester. Así­ Donovan y su familia se convirtieron en número fijo de los boliches de Manchester.

Luego Donovan pasó a ser soporte de los Happy Mondays en las giras, mientras Astrella salí­a con Paul Ryder y Oriole se casaba con Shaun. Este tení­a un insaciable apetito por todo tipo de narcóticos. «Los dos hermanos tuvieron algunos problemas», dice diplomáticamente. «Pero Shaun se convirtió en miembro de la familia. Linda decí­a que los Happy Mondays eran los Rolling Stones de los 80. Y lo eran. Así­ que es curioso lo que iba a pasar, pero las chicas sobrevivieron.»

Y el padre también. Beat Café, su álbum del año pasado, es el mejor de los últimos 30 años. Donovan insiste en que no le importa no ser parte del salón de la fama del rock and roll: es más importante, dice, haber sido condecorado por la Universidad de Herfordshire. «Ahora soy doctor en letras», dice radiante. «Quizá deba mandar a hacer una chapa y ponerla en la puerta. Entren, ¡soy doctor en música! ¡Déjenme mostrarles cómo!»

Traducción: Elisa Carnelli

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