John Lennon escapa de sus compromisos en Londres para acudir al Hospital General Sefton de Liverpool a conocer a su hijo Julian, nacido el día 8.
John no llegó al hospital hasta tres días después del nacimiento de nuestro hijo; fue la primera oportunidad que tuvo para escaparse de la gira. Entró como un torbellino, corriendo por las puertas con apuro por encontrarnos. Me besó y luego miró a su hijo, que estaba en mis brazos. Tenía lágrimas en los ojos: “Cyn, es maravilloso. Es fantástico.” Se sentó en la cama y puse al bebé en sus brazos. Tomó cada pequeña mano, maravillado con los diminutos deditos, y una gran sonrisa se extendió por su rostro. “¿Quién va a ser un pequeño rockero famoso como su papá, eh?”, dijo.
John organizó que me trasladaran a una habitación privada: sabía que tanto él como yo podríamos atraer atención no deseada si me quedaba en la sala común. Fue maravilloso verlo, pero la privacidad era imposible. Mi habitación tenía una ventana que daba al pasillo, y cuando se corrió la voz de que él estaba allí, decenas de pacientes y personal se agolparon con la nariz pegada al vidrio. La habitación se sentía como una pecera, y era evidente que John no podía quedarse mucho tiempo. Me abrazó y firmó decenas de autógrafos al salir. Me decepcionó que hubiéramos tenido tan poco tiempo juntos: tenía que regresar directamente a la gira y no volvería a casa hasta dentro de una semana, más o menos.
La visita de John fue breve, pero tuvo un efecto notable: las enfermeras fueron notablemente más amables conmigo de lo que habían sido al principio.
Estuve en el hospital algunos días más, y pronto mi habitación se llenó de tarjetas y flores, entre ellas un ramo de Brian y los demás Beatles.
Cynthia Lennon
John
You've got to gimme more...
