Segunda presentación en el Town Hall de Wellington, Nueva Zelanda

Los Beatles, quienes están revolucionando a la juventud «kiwi», se presentan por segundo dí­a (tercera y cuarta vez) en el Town Hall de Wellington, donde definitivamente no están acostumbrados a estos espectáculos. Ante los medios, Paul McCartney comenta que tení­an una expectativa del público neozelandés mucho más conservadora que el australiano, pero que no fue así­. Por su parte, John Lennon califica a la audiencia de «salvaje».

Como se estilaba, los Beatles fueron teloneados por algunos números musicales y cómicos. A su salida se inició el pandemonio. Los técnicos, a solicitud de John Lennon, ponen el sistema de sonido a tope, pero los fans se esmeran por sobreponerse, volviendo todo un caos. Los organizadores de la gira, presentes, no podí­an escuchar absolutamente nada.

Los fans incluso empezaron a treparse al escenario de donde fueron removidos con grandes esfuerzos, por la seguridad del local. Un fanático casi llega a tumbar la baterí­a de Ringo.

Al finalizar el concierto reportaron daños de hasta 2,000 libras puesto que muchas fanáticas saltaron encima de sus asientos utilizando tacones altos. También se reportaron una serie considerable de problemas auditivos.

Esa mañana John Lennon recibió la visita en el Hotel St George de Lynda Mathews y un grupo de primos que tení­a viviendo en Levin, Nueva Zelanda, quienes fueron a visitarlo junto a la Tí­a Mimi. Ingresar al hotel fue para ellos muy dificultoso, pero no por la seguridad sino por la gran cantidad de fans celosas que llegaron a escupirles cuando vieron que los iban a dejar pasar. Por su parte, otro grupo de fans logró escabullirse en el hotel, subir al sexto piso y alcanzar a Ringo, quien no tuvo otra opción que firmarles autógrafos a todas.

En 1992 el reportero Bruce Renwick editarí­a el libro «Los Beatles en New Zealand» donde ofreció una serie de detalles de la histórica visita de la banda. Comentó que esta noche, acompañados de algunas chicas, Los Beatles volvieron al hotel donde estuvieron «de fiesta». Sin embargo, en realidad se pasaron la noche viendo televisión y guardando la compostura. Según las chicas «no parecí­an estar muy seguros de en qué parte de la isla se encontraban».

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