George acude a una revisión de rutina en la Clínica Mayo, en Estados Unidos, en la que le confirman que el cáncer no ha retornado.
«Regresé y me dieron el visto bueno definitivo: una ley de salud limpia. A veces, si pronuncias la palabra ‘cáncer’, todos piensan automáticamente que terminará en desdicha, pero no siempre es así. Tuve mucha suerte porque ese cáncer no fue a ninguna parte».
George Harrison