«Abandonó este mundo como vivió: consciente de Dios, sin miedo a la muerte y en paz, rodeado de familiares y amigos». El día iniciaba con este comunicado, emitido por sus familiares. Tras una triste agonía, acababa de fallecer en Los Ángeles uno de los mejores guitarristas de la historia, George Harrison.
A comienzos de año había reaparecido el cáncer que se rumoreaba, esta vez de manera terminal, en metástasis. George y su familia atribuían sus bajas defensas al ataque sufrido a finales del año anterior. George, que de por sí había pasado sus últimos años recluido haciendo música en casa y cuidando de su jardín, decidió pasar sus últimos días en familia y trabajar su último álbum de la mano de su hijo Dhani.
George falleció en la mansión de Paul McCartney en Hollywood Mills, Los Ángeles,13. El cáncer de pulmón que padecía se extendió hacia el cerebro. Además del tratamiento común, George acudió a algunos templos y ríos sagrados, aunque al parecer más que para curarse, para disfrutarlos. Tras morir, fue incinerado, y sus cenizas fueron esparcidas en el río Ganges.