Paul McCartney ofreció una entrevista íntima para la revista GQ que se lanzará en septiembre, en la que repasó varios mitos con los que tuvo que cargar tras la separación de Los Beatles, y que aún son dolorosos. Reveló que se sintió muy herido cuando John Lennon publicó el tema «How do you sleep?», un ataque directo hacia su persona, con la colaboración de George Harrison.
Pero esta no es la única herida que Paul todavía tiene. También le pesa la idea errónea que existe sobre él de que fue el responsable de que la banda se disolviera, a raíz de la demanda que hizo a sus compañeros. «Supongo que cuando los Beatles nos separamos se extendió la idea errónea de que todos nos empezamos a odiar. Pero si lo pienso ahora, me doy cuenta ahora de que éramos una familia. Y las pandillas y las familias se pelean y tienen disputas. Unos quieren hacer unas cosas y otros, otra«.
McCartney le dijo al periodista Dylan Jones que las canciones de la banda corrían peligro porque podrían haber pertenecido al representante de la agrupación en ese tiempo, Allen Klein, a través de un contrato que a Paul no le gustaba: «La única salida de eso fue hacer lo que hice. Yo dije: ‘Bueno, demandaré a Allen Klein’, y me dijeron que no podía porque él no era parte de eso. ‘Tienes que demandar a los Beatles’«, contó.
«Eso fue horrible y me dio momentos terribles. Bebí demasiado e hice demasiado de todo. Y fue una locura, pero sabía que eso era lo único que podía hacer, porque no había forma de que me lo guardara, porque no había manera de que trabajara tan duro durante toda mi vida y lo viera todo desaparecer en una nube de humo. También sabía que, si lograba salvarlas [las canciones], también las estaría salvando para ellos [el resto de Los Beatles]. Porque estaban a punto de regalarlas. Amaban a este tipo Klein. Y yo decía: ‘Es un maldito idiota’. Pero John estaba muy enamorado de él, hasta que no lo estuvo. Si lees la historia, llega un momento en que todos los chicos se vuelven contra [de Klein], pero tuve que hacer esto. Entonces, para responder a su pregunta, por qué tuve que hacer eso, creo que se pensaba que yo fui el tipo que separó a Los Beatles y el bastardo que demandó a sus compañeros. Y créeme, hasta yo me creí eso. Eso es lo más raro«.
«No había mucho tiempo para tener problemas de salud mental (…) Salí de eso persuadiéndome a mí mismo de que no era una buena idea ceder ante mi depresión y mis dudas. Tenía que buscar formas. Lo que me pasaba es algo común. Recuerdo haber hablado con Lady Gaga una vez, en proyecto juntos, sobre esto. Ella me habló de ‘el odio a sí misma’. Recuerdo pensar ‘mierda, es la primera vez que escucho a alguien hablar de eso’. Ella estaba en lo más alto y era muy popular y todo lo que hacía era un éxito, y aún así hablaba de autodesprecio. Así que le dije ‘Entiendo el sentimiento que dices, pero no me permito sentirlo. No lo acepto. No es un camino que quiera seguir’«, ha admitido el músico, que asegura que ese pensamiento le hizo querer hacer siempre mejor las cosas.
En esa misma entrevista, además, McCartney dijo que no estaba interesado en hacer un musical para Broadway, tal como lo hizo Bruce Springsteen, ni tampoco tocar en Las Vegas, como suelen hacer otros veteranos de la música pop: «Es algo que he tratado de evitar toda mi vida. Definitivamente nada me atrae de la idea. Las Vegas es donde vas a morir, ¿no? Es el cementerio de los elefantes«. Estos ciclos, conocidos como «residencia», son una serie de presentaciones que se llevan a cabo en alguno de los tantos recintos de la ciudad estadounidense, de manera regular, durante una o más temporadas. Tal vez el más recordado sea el protagonizado en los 70s por Elvis Presley durante su decadencia, aunque las residencias también han sido protagonizadas por Elton John, Rod Stewart, y hasta el propio Ringo Starr, quienes han recaudado millonarias ganancias.
Aunque las reflexiones de Paul McCartney precisamente terminan hablando sobre el futuro y lo que el cantante imagina que vendrá en una industria musical que le ha convertido en el ejemplo de miles de músicos más jóvenes desde Oasis hasta Kanye West, Rihanna o Ed Sheeran y en una leyenda, Paul no duda en lanzar al aire un alegato en favor de lo ordinario que jamás se debe perder, como ir en autobús de Nueva York a Long Island leyendo un buen libro y manteniendo una conversación tranquila con una fan: «Hay algo en eso, en ser ordinario… sé que no puedo ser ordinario, en absoluto, soy demasiado famoso para ser ordinario, pero, para mí, ese sentimiento interior, de sentirme como yo todavía , es muy importante (…) por eso me gusta una conversación adecuada (…) significa mucho para mí, tal vez demasiado«.