Muere Tara Browne (…nace una canción)

Leí­ las noticias hoy dí­a, oh dios… sobre un chico suertudo que todos admiraban. Y a pesar que las noticias eran tristes, sólo me quedó reí­r. Se voló la cabeza en un automóvil, no se dio cuenta que las luces habí­an cambiado. Un grupo de gente paró a mirar. Habí­an visto su cara antes, pero nadie estaba muy seguro si pertenecí­a a la cámara del parlamento… De dicha manera describirí­a e inmortalizarí­a John Lennon la muerte de Tara Browne, amigo de 21 de los Beatles -especialmente de Paul- heredero del imperio Guiness, aristócrata irlandés miembro de la crema y nata británica.

Tara habí­a pasado la tarde en casa de unos amigos en Earls Court junto a su novia Suki Potier, de 19 años. Salieron poco después de la media noche en busca de algo de comer. Tara conducí­a su auto, un Lotus Elan, a toda velocidad a través de la calle South Kensington en Londres. No vio el cambio de luces y atravesó el cruce de la calles Redcliffe Square y Redcliffe Gardens cuando de repente apareció un Volkswagen. Tara logró evadirlo pero fue a estrellarse contra una camioneta estacionada en Redcliffe Gardens. Poco antes de estrellarse, giró el volante completamente para absorber el golpe sólo del lado del conductor, salvándole la vida así­ a Suki. Tara murió al dí­a siguiente tras luchar por su vida en el hospital. Dejó huérfanos a dos hijos.

John se inspirarí­a en este evento para escribir “A Day in The Life” un mes después, cuando una copia del Daily Mail encima de su piano, publicaba los resultados de la investigación de la muerte de Browne.

 

John: “No copié el accidente. Tara no se voló la cabeza. Pero eso estaba en mi cabeza mientras escribí­a ese verso.

Paul: “El verso sobre el polí­tico que se voló la cabeza lo escribimos juntos. Se lo atribuyeron a la muerte de Tara Browne, el heredero de Guinness, pero no creo que fuera el caso, especí­ficamente mientras lo escribí­amos, yo no se lo estaba atribuyendo a Tara en mi cabeza. En la cabeza de John puede ser. En mi cabeza yo imaginaba un polí­tico repleto de drogas que habí­a parado en un semáforo y no se dio cuenta que las luces cambiaron. Lo de “volarse la cabeza” fue puramente una referencia a las drogas, nada que ver con un choque automovilí­stico.

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