Paul McCartney prueba LSD

Esta noche McCartney utilizarí­a LSD por primera vez. No fue en compañí­a de sus compañeros de banda, quienes ya habí­an probado la droga, sino con Tara Browne, un joven adinerado que más adelante inspirarí­a la canción A Day In The Life. Browne, el heredero millonario de la fortuna Guinness, viví­a en Eaton Row, un lugar aislado en el distrito de Belgravia de Londres, con su esposa Noreen (conocida como Nicky).

Tras haber terminado su gira ayer, los Beatles fueron a Londres, donde celebraron el final de la gira en el club nocturno Scotch de St James. Esta noche, Lennon y McCartney volvieron una vez más al club, donde se encontraron con John Entwistle de The Who, el ex baterista de Pretty Things Viv Prince, Patrick Kerr, bailarí­n del programa de televisión Ready Steady Go! y Nicky Browne, quien los invitó a todos a seguir la velada en Eaton Row. Lennon no podí­a y regresó a su casa en Weybridge, pero McCartney, Kerr y Prince aceptaron la oferta, al igual que varias chicas.

En la casa de Eaton Row, Tara Browne sugirió que todos tomaran LSD. McCartney y Prince no estaban seguros, nunca antes habí­an probado la droga, pero lo hicieron.

Paul McCartney: «Era algo que expandí­a la mente. Vi formas de paisley y cosas raras, y para un tipo que no estaba tan interesado en ponerse tan raro, habí­a un elemento perturbador. Recuerdo mirar las mangas de camisa y ver que estaban sucias y no estar muy contento con eso, mientras que normalmente ni siquiera lo notarí­as. Pero te dabas cuenta y lo oí­as. Todo era supersensible.

Estuvimos sentados toda la noche. Viv Prince fue muy divertido. Alguien dijo: «Â¿Quieres un trago?» Y todos decí­an: «No, gracias, no necesito un trago, esto es suficiente». Pero Viv demolió la bandeja de bebidas: «Â¡Oh, sí­, una bebida!» Cockney el baterista de Pretty Things «Orrright, si! Nah, ¿alguien quiere un trago? cre que vo’a tener uno de ellos»… y él tení­a el whisky y lo tení­a todo. Estaba de viaje, pero la suya era de alguna manera una versión más aterrizada que cualquier otra persona. Por la mañana terminamos enviándolo a comprar cigarros.

Entonces, una de las secretarias serias de nuestra oficina llamó por un compromiso que tení­a; ella me habí­a rastreado hasta aquí­. ‘Um, no puedo hablar ahora. Negocio importante» o algo así­. Me salí­ de esa. «Pero se supone que debes estar en la oficina». Tengo «gripe». Cualquier cosa que puede pensar. Salí­ de esa porque no habí­a forma de ir a la oficina después de eso.
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